…….en el ejercicio solitario de tu arte, no es imposible que el efímero Presente se pare un momento…..
Hay pescadores que no saben salir solos. Necesitan la presencia de un amigo cuando no de una pandilla de compañeros. Personalmente no descarto la compañía, me gusta salir con mis hijos o pasar un día entero con buenos amigos con almuerzo de mañana, huevos fritos, vino, risas y comentarios. Sin embargo creo que lo que prefiero es la soledad en la acción de pesca por muchas razones.
He notado que doy siempre lo mejor de mí mismo cuando me muevo solo en total libertad, cambio de sitio cuando quiero, utilizo la técnica que quiero, entro en el río o salgo cuando me apetece....Con un amigo es distinto : no puedo cambiar de sitio y mover el coche sin avisar. Si pescamos cerca y él saca peces y yo no, me asaltan varias preguntas. Si soy el que saca más peces también me preocupo y todos sabemos que la preocupación no pesca.
En algunas ocasiones la presencia de una persona ajena es para mí una verdadera traba, especialmente en las competiciones individuales con un controlador detrás de ti y más todavía en las competiciones por equipo donde al peso constante del controlador se añade la inquietud por no defraudar al compañero. Todo aquello traba tu instinto y la única forma de recobrarlo es la concentración que sólo se consigue, en mi caso por lo menos, andando solo.
A la soledad le veo grandes ventajas no sólo de pescar mejor como digo sino también de disfrutar plenamente de la naturaleza, del río y del tiempo si es agradable y sobre todo del silencio. Es increíble lo que trae el silencio. A mí me relaja de tal modo que empiezo a vagabundear entre mis pensamientos y me quito, como si fuera una inútil vestimenta, la obsesión por la captura. Muchas ves me acuerdo del pasado lejano o cercano, de momentos importantes de mi vida, también de personas y me doy cuenta, cuando estoy lejos de Europa, que la distancia me facilita una mirada mucho más objetiva sobre la gente y los sucesos. Al que me engañó muchas veces sin que me diera cuenta le veo de repente en su lamentable realidad. Y al revés les encuentro disculpas a algunos que me parecían impresentables. En la soledad y la distancia ves las verdaderas motivaciones que animan a algunos que se dicen amigos tuyos y en realidad no buscan más que su propio interés. Descubres que si algunas personas, que creías muy cerca de ti, tienen la generosidad del dinero, en cambio no tienen la generosidad del corazón que es la más noble y la única que puede mover los hilos de la sincera amistad.
Y sigues pensando….. y como tu mecánica de la pesca después de tantos años es buena y en “ejecución automática”, de sopetón clavas una trucha y empiezas a pelear y te das cuenta que algunos minutos antes estabas en el pasado o tal vez en el porvenir y esta trucha te acaba de ubicar en el presente. Terrible drama de los humanos, desconocido de la inteligencia animal, el no ser capaz de parar el presente que no es más que un eje efímero entre el pasado fallecido y devenir por nacer : Conciencia del tiempo que pasa y por vía de consecuencia conciencia de la muerte.
Y con esta trucha en el anzuelo que pelea por su libertad el pescador vive una emoción que descarta todo pensamiento entre Ayer y Mañana. Sólo existe el Ahora desde la clavada del pez hasta el segundo en que lo cobras. Y si por casualidad, como aquí en la Patagonia, es una trucha plateada de kilo que salta, baila se revuelve, te obliga a correr río abajo, si tienes la suerte de cogerla por fin en tu mano después de varios e incalculables minutos entonces sabes que para ti, en el ejercicio solitario de tu arte, no es imposible que el efímero Presente se pare un momento.
Aikén Leufú 2011