El día estaba encapotado de nubes y el frío me estaba calando en los huesos, hasta tal punto que cuando me disponía a bajarme al río di media vuelta en busca de la chaqueta que en principio había descartado de ponerme, pero aun así y sin el astro sol merecía la pena, el contraste de verdes que los árboles nos brindaban, daban al paisaje unos tintes personales de la época en que nos encontrábamos vellos de admirar.
La jornada parecía prometer, al menos a tenor del riachuelo que se encontraba a mi vista, siempre he pensado que cuando los ríos bajan desbordados por el deshielo es el momento de acercarse a esos pequeños cauces que en verano bajan casi secos, pero estaba claro que esta vez me había precipitado, el río principal pues esta zona va divagando en diferentes brazos serpenteantes, bajaba algo crecido del deshielo, unido al mal tiempo hicieron que las capturas no fueran demasiadas, pero de gran placer al encontrarme solo en medio de semejante naturaleza; curiosamente me di cuenta que había una pequeña eclosión de tricopteros así que las imitaciones que utilice fueron las ninfas-emergentes de estas, dándome buenos resultados en la medida de las circunstancias.
Las tallas en estas zonas acostumbran a ser pequeñas y hay que ir con sumo cuidado, siempre es muy importante el humedecerse la mano en el momento del contacto con estas para evitar el cambio brusco de temperatura que ofrece nuestro cuerpo, y mas ahora que las aguas debido al deshielo bajan frías y de paso evitar el dañar lo menos posible la mucosidad protectora que recubre su cuerpo.
Nos vemos.